A lo largo de las tres últimas décadas, la disponibilidad de diversos concentrados de proteínas hemostáticas generó un cambio en el tratamiento de estos pacientes, con una gran mejoría de su esperanza y calidad de vida. Las infecciones transmitidas por concentrados, que se preparaban a partir de grandes mezclas de plasmas de múltiples donantes, fueron la causa de una serie de infecciones víricas potencialmente mortales, que afectaron a porcentajes muy elevados de los pacientes que habían recibido estos tratamientos, oscureciendo sus expectativas iniciales.